Los chinos lo anunciaron como “El futuro del transporte público” y comenzó a probarse en agosto en la ciudad de Qinhuangdao, al este de Pekín. Pronto una investigación de la prensa local demostró la dudosa calidad de construcción del invento y descubrió que el jefe de arquitectos de la empresa solo tenía el título de escuela primaria. Parecía una estafa a los inversores.
Cuatro meses después, el TEB está oxidado y cubierto de polvo en el hangar de su pequeña pista de pruebas. No solo se encuentra abandonado, ni siquiera está vigilado: los dos guardas que se encargaban de ello se marcharon al no poder contactar con los dueños. “Los gerentes de la empresa se fueron hace mucho tiempo, y no soy capaz de contactar con ellos”, dijo uno de ellos.
A estas alturas seguimos sin saber si todo fue un fraude o si sus propulsores se dieron cuenta de la inviabilidad del proyecto y echaron a correr. Al fin y al cabo, más que un autobús era un tren que iba sobre raíles, que apenas dejaba espacio para los coches entre sus ruedas y que no podía girar.
Para el colerón a los chinos les recomiendo manzanilla, jazmín, té verde, caléndula y 2 gramos de prepucio de ratón de milpa albino.[Fuente Shanghaiist]
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