El primer perímetro de seguridad encerrará en su interior a un centenar de manzanas del corazón de la capital estadounidense que dejarán cerrados al tráfico cerca de siete kilómetros cuadrados y blindados sus principales puntos neurálgicos.
Alrededor de ese perímetro, que tendrá la Explanada Nacional como epicentro, se ha organizado el levantamiento de barricadas con camiones volquetes y de cemento, autobuses y otros objetos contundentes para prevenir ataques con vehículos contra la multitud como los ocurridos en los últimos meses en Europa.
El secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson, ha explicado que no existen indicios de una “amenaza creíble y específica” para la toma de posesión, aunque alertó que los focos están puestos en los llamados “lobos solitarios” auto radicalizados dada la evolución del terrorismo global en los últimos años.
Por si acaso, las autoridades han puesto en alerta a cinco de los principales hospitales de la ciudad, el Sibley Memorial, el Howard University, el George Washington University, el MedStar Washington Hospital Center y el Children’s National Medical Center, a los que han pedido que no programen cirugías para este jueves para tener personal y camas disponibles.
Está previsto que 900.000 personas lleguen a Washington para asistir a la toma de posesión de Trump, lejos de los casi dos millones que en 2009 estuvieron en la de Barack Obama, pero cerca del triple de los 300.000 que fueron a la de George W. Bush en 2001 y una cifra nada despreciable en términos de seguridad.
Más allá de las barricadas en el perímetro, el dispositivo de seguridad estará formado por unos 28.000 uniformados, más o menos los mismos que en 2009.
Una de sus funciones será vigilar los seis puntos de control para acceder a la zona aneja al Capitolio, donde Trump jurará el cargo y a la que prohibirán ingresar, entre otros, cualquier tipo de arma, silbatos, bolsas de un determinado tamaño, globos y pondrán especial atención en requisar los drones. (EFE)
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