Ashis Paul es un joven diseñador que imaginó una vida más humana: inventó un aire acondicionado que prescinde de electricidad y de un elevado poder adquisitivo. Lo llamó “Eco Cooler” y sólo necesita materiales reciclables.
Paul creía que había que enfriar las casas para mejorar la calidad de vida. Cuando los ingresos y la electricidad no son opciones, emerge la creatividad. Ideó un dispositivo casero, un sistema de refrigeración de bricolaje, capaz de disminuir hasta nueve grados centígrados la sensación térmica del hogar.
Consiste en herramientas cotidianas, pueriles, algunas botellas de plástico, un pedazo de cartón y algo para hacer agujeros en él.
Se inspiró en el soplido humano, en el mismo principio físico que la gente emplea para enfriar la comida. Con la boca abierta, la exhalación de aire registra niveles más elevados de temperatura en comparación al expulsar el aire a través de un orificio más pequeño.
En el video, la demostración invita a comprobar el experimento poniendo la palma de la mano cerca de la boca: el aire saldrá más frío cuando el conducto sea más reducido.
Para el “Eco Cooler”: lo mismo. El dispositivo monta un tablero que distribuye en un patrón de cuadrícula agujeros en los que se insertan cuellos de botellas de plástico. El aire acondicionado casero funciona de la misma manera que la boca humana: la base -cortada- de la botella recoge el aire caliente del exterior y lo enfría a medida que atraviesa la ventana e ingresa al interior. Cuanto más grande sea la plancha que filtra el aire, más capacidad de refrigeración tiene.
Se pueden instalar en las ventanas o en los laterales de un jardín y/o balcón, de manera que el aire que ingrese al hogar baje de temperatura de manera drástica.
Desde mediados de 2016, más de 25 mil “Eco Coolers” han sido distribuidos en todo Bangladesh. Un instrumento precario y creativo que ataca el padecimiento de una población vulnerable. Una manera de contrarrestar con armas humildes el calor agobiante y la falta de red eléctrica. (Fuente Infobae)
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