La idea de que escuchar música en el trabajo beneficia la productividad tiene sus raíces en el llamado “efecto Mozart”, efecto que ganó atención mediática a comienzos de los años 90. Dicho de manera sencilla, este efecto se refería al descubrimiento de que el rendimiento de rotación espacial (rotación mental de una forma tridimensional para determinar si coincide con otra o no) se incrementaba inmediatamente tras escuchar la música de Mozart, en comparación a las instrucciones de relajación o del silencio total.
Pero, estudios posteriores a este han arrojado dudas sobre si la música de Mozart produce por necesidad este efecto. De esta manera, las investigaciones sugirieron que el “Efecto Mozart” no se debía a su música como tal, sino a los niveles óptimos de ánimo y excitación presentados en la gente: se convirtió en el “efecto de ánimo y excitación”.
Desafortunadamente, la mayoría de situaciones en las que el efecto de ánimo y excitación se presentaba, eran poco realistas ¿De verdad escuchamos música, luego la apagamos, y después nos concentramos en nuestro trabajo en silencio? o ¿es más probable que pongamos nuestra música favorita de fondo?
Hace 40 años se investiga cómo el sonido afecta el desempeño, observado a través de un fenómeno llamado el efecto irrelevante de sonido. Básicamente, ese efecto señala que el desempeño se empobrece cuando la tarea se realiza con un sonido de fondo, en comparación a cuando se desarrolla en silencio.
Para estudiar el efecto irrelevante de sonido, los participantes deben completar unas tareas sencillas que implican recordar números o letras en el orden exacto en el que las vieron, algo similar a tener que recordar un número de teléfono cuando no tienes donde apuntarlo.
En general, las personas logran esto practicando en voz alta o susurrando. La parte engañosa es lograr hacer esto ignorando todo el ruido de fondo.
Un conflicto similar se presenta cuando se lee en presencia de música lírica. En esta situación, las dos fuentes de palabras (de la tarea y el sonido) entran en conflicto. El costo subsecuente es un desempeño más pobre en la lectura en presencia de música con letra.
Lo que todo esto quiere decir es que esa idea de que la música de fondo ayuda o no a la productividad, depende del tipo de tarea y del tipo de música de fondo, y solo si se comprende esta relación es posible que las personas maximicen sus niveles de desempeño. (Infobae)
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