La conclusión de “Artificially Sweetened Beverages and the Response to the Global Obesity Crisis” dice que lejos de ayudar a solucionar la crisis global de obesidad, las bebidas dietéticas tienen características de composición (baja densidad nutricional y aditivos), patrones de consumo (potencial promoción de una preferencia por los sabores dulces) e impacto ambiental (abuso de recursos naturales, polución, ecotoxicidad) que las hacen un factor potencial de riesgo para enfermedades crónicas de alta incidencia.
Según el estudio, estos académicos no pudieron encontrar pruebas que apoyen la percepción de que las bebidas dietéticas son más saludables que las azucaradas: según ellos, no hay estudios fehacientes que permitan una conclusión seria.
Algunos ensayos mostraron que no había baja de peso vinculada a su consumo; otros mostraron una pequeña baja: cada uno según quién lo hubiera financiado.
El estudio señaló dos elementos más para fundamentar su retiro de apoyo a las bebidas dietéticas en los planes para bajar de peso. Primero, un factor psicológico: las personas presumen que pueden comer más porque se han liberado de muchas calorías de sus bebidas.
En segundo lugar, el impacto ambiental de la fabricación de los refrescos dietéticos es alto: para hacer un litro hacen falta entre 150 y 300 litros de agua, según el producto, y el proceso deja basura sólida y polución química acumulativa.
Si quieren una bebida realmente energética y sin azúcar, les recomiendo esta bebida; menta, aguacatillo, sábila, ruda y 2 litros de sudor de lombriz de milpa sin travesear o sea señorita. (Fuente Infobae)
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